La Navidad ya pisa los talones a las personas con las compras y últimos arreglos. Mucha gente quisiera que tal fecha se retrasara un poco para encajar todo lo que le queda por hacer en los pocos días del resto de año; los niños ya muy por delante van contando los días que faltan para finalmente poder, más que otra cosa, abrir su regalos. En sí, de una u otra manera, sucede lo que sucede todos los años.

Aprovecho también para compartir la mejor imagen navideña que pude conseguir.. Papá Noel, volviendo a casa, guitarra en hombro.

Ésta canción es obra del cantautor cubano Frank Delgado, del disco "Otras canciones", que ya se volvió en la tradición en éste blog. A diferencia del anterior post, éste se trata de uno mucho más alegre que nos trae la reminiscencia de las Navidades que tuvimos cuando niños, la espera y los regalos.

Aquellos momentos de infancia, cuando tal vez uno se tomaba en serio lo de "portarse bien todo el año" nos traen ciertos recuerdos de algunas navidades. Siendo, durante todo el año, bastón de los viejitos, realizando las tareas a conciencia y peor aún, tragándose la comida insípida de la abuela.... todo por algo que nos llamó la atención de alguna vitrina o la televisión algún momento.

Un tren eléctrico, un Nintendo o una bicicleta (claro que ahora los niños ya no pedirían eso...)... la mejor manera de premiar a un niño ejemplar, que normalmente creímos ser cada año!

Llega entonces el gran día... la apertura de los regalos. Sucede que la caja con nuestro nombre es un poco más pequeña de lo que sería el regalo esperado... pero bueno, aún hay ánimos. Regalos abiertos: un camión de madera, un dominó y una trompeta.... "#@!%'¡#&

Es el momento en que el alegre y bonachón gordito navideño se convierte en un pedante y decadente Santi Claus... y ahora que se cuiden los viejitos de la ira despiadada... y cuidado también con los renos, que serán cagados a pedradas. Nada peor que hacer de comemierda todo un año y ver que no sirvió... la receta perfecta para que el año que venga lo espere un niño cabrón....

Tal vez a nadie le haya pasado esto... pero escucharlo en la canción le da un toque muy divertido, que es precisamente el sentimiento que se quiere compartir en éstas fechas: la alegría y la felicidad.

El fin de año huele a compras, enhorabuenas y postales. La gente ya empieza a preocuparse por el dinero, los regalos, la gente y las demás cosas que suelen acarrear celebraciones de esta naturaleza. A pesar de que aún falta un par de semanas, podemos ver las vitrinas ya con luces navideñas titilando y posibles obsequios para adquirir y regalar. Pero hay otro lado de la navidad que no vemos, o no lo queremos ver.

Son épocas de promesas: de cambio, mejoras y renovación personal. La gente luce estar de acuerdo entre sí y todo parece afín al celebrar. Todo parece estar envuelto en un ambiente mágico de amistad y cariño, y es probable que así sea... aunque a veces suele durar poco y las palabras se van junto al arbolito. Lo ideal: que el ambiente se propague por nuestros corazones durante todos los días del calendario.

Unos festejan sus millones, otros la camisita limpia... y muchos otros que no saben lo que es brindar. Y es precisamente en momentos como estos cuando sobresale el otro mundo: personas que no tienen por qué festejar.

Tener no es signo de malvado, y no tener tampoco es prueba de que acompañe la virtud; se suele estigmatizar, especialmente durante esta etapa del año, estas grandes diferencias. La gente marginada y olvidada se halla en varios extremos y al medio. Es esa gente, independientemente del tener o no, que no tiene qué festejar ni con quién.

Y es así que mucha gente espera que llegue la navidad para ponerse de estrella la conciencia. No se pide algo del cielo, las estrellas o la luna..., una canción o una palabra son grandes armas de apoyo.